La gran mayoría de nosotros conoce el whisky, pero lo que más escuchamos es sobre el scotch whisky o whisky escocés, ya que dentro de la categoría es la denominación de origen más común. Sin embargo, existe una historia muy interesante sobre el whisky irlandés, el primer whisky del mundo.
La historia se remonta a que The
Old Bushmills Distillery fue la primera destilería que tuvo licencia para destilar
esta bebida. Esta se ubica en Irlanda y en el año de 1608 el rey James I otorgó
el permiso para proceder con el destilado del “agua de vida”
Pero mucho tiempo antes, haciendo
un recuento en la línea del tiempo, los orígenes de la destilación se registran
hace más de 8,000 años antes de Cristo, después el proceso de purificación fue
llevado a la India y Egipto, donde los árabes perfeccionaron las técnicas de
destilación a partir de los alambiques.
Tiempo después, por las guerras del Mediterráneo la
destilación llegó a la vieja Europa, y así se ubicó en Irlanda alrededor del
año 1405, donde unos monjes celtas fueron los que destilaron por primera vez lo
que conocemos como whisky, o más bien whiskey, que proviene del término gaélico
irlandés “Uisge-Beatha”.
Ya tiempo después, a finales del siglo XV, llegaron a Escocia
las técnicas de destilación a partir de la exportación de una familia de
destiladores irlandesa.
En Irlanda se consiguió el permiso del rey James I para
destilar esta bebida y de esta manera se constituyó la historia de Bushmills y es
así que por eso se le considera el primer whisky del mundo.
Se ha constituido a través de su tradición y de contar con
personas sumamente importantes para crear una bebida única, cuentan con un
Master Blender, que escoge las barricas, cuida el añejamiento y seleccionan los
mejores ingredientes.
También es muy importante la participación de un Master
Distiller, que se encarga de verificar el proceso de destilación que sea como
el original, manteniendo el triple destilado característico del whisky.
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